Cada edad, cada etapa tiene unas características propias que la hacen especial.
La historia cronológica tiene una gran fuerza. Cada paso en el camino, cada reto superado supone un trampolín para el siguiente. Todo aprendizaje, todo proceso madurativo tiene como base uno anterior.
Si entendemos las particularidades y las necesidades de cada edad, podremos dar a nuestros hijos lo que necesitan cuando lo necesitan.
Cuanto más sólido sea el escalón del que partimos, más potencial hay en el siguiente.
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